Aún no os he contado porque empecé este blog un 19 de Marzo. Resulta que esa fecha, además del comercial Día del Padre, es el Santo de la enferma a quien dedico estas palabras.
Ella es de una generación en la que los cumpleaños no tenían importancia y la fiesta se hacia por tu nombre. Por otro lado, San José era fiesta nacional así que su día era una gran celebración en la que sus múltiples familiares, amigos y conocidos la llamaban para felicitarla, le hacían regalos y algún pastel caía para celebrarlo.
Ahora no sabe en que día vive y aunque le decimos: ‘Hoy es San José, tu santo!’ Ella lo único que contesta es: ‘Ah! Sí?’ Y cuando, en tan sólo unos minutos, otra persona la felicita vuelve a preguntar por qué si hoy no es su cumpleaños o qué se celebra.
Un día que era alegre, rodeado de flores (que eran su pasión) y felicitaciones se ha convertido en una jornada de olvido en el que su memoria somos quienes la rodeamos y aun así no se acuerda.
Una fiesta en la que ella repartía la tarta e insistía para que todos quedaran satisfecho ha pasado a ser una reunión que ella no disfruta y en la que pregunta por que hay tanta gente aquí y tenemos tarta.
Una tarde con familiares, amigos y conocidos ahora es un par de horas con los ancianos vecinos.
Un día de diversión y risas ahora es un cuchicheo sobre como está su memoria. Una memoria que siempre se ha ocupado de todos y por todos. Una memoria que, aunque con el olvido, intenta ser cortes y sonreír. Una memoria que no recuerda pero que todos recordamos y añoramos. Una memoria que todos debemos felicitar aunque no lo recuerde porque ella también lo hizo y lo haría por nosotros.
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