viernes, 3 de junio de 2011

El 11-S

Justo hoy he visitado el primer parque de bomberos que acudió al Pentágono el 11-S. La historia la conocemos todos y los actos se multiplican en este décimo aniversario; sin embargo, verlo te hace pensar, otra vez, en lo que ocurrió, en los centenares de personas que murieron y en como edificios que parecían firmes se vinieron abajo como un castillo de naipes.

Este blog me lleva a unir ese once de septiembre de 2001 con ella y su reacción. Entonces nadie pensaba que pudiese tener Alzheimer (aunque, si lo pensamos ahora, ya tenía despistes) y su reacción fue totalmente sensible y compasiva con todo lo que estaba pasando.

Todos lo vimos en directo y nos quedamos asombrados y sin palabras al igual que Matías Prats que nos lo estaba contando pero ella directamente empezó a llorar. La tristeza la invadió y su sensibilidad con los afectados la hizo recordar los peores momentos que vivió cuando era niña durante la Guerra Civil Española.

Además, no dejaba de repetir que estos acontecimientos originarían una III Guerra Mundial ya que, según ella, cuando comenzó la primera el ambiente estaba igual de cargado y la gente igual de irascible.

Si una noticia de tal magnitud ocurriese ahora, ojala no pase nunca, no creo ni que se enterase. Ya no se sensibiliza tanto. Ya no se interesa por lo que ocurre en el mundo. Ya no escucha las noticias. Ya no saca conclusiones de lo que ocurre a su alrededor. Ahora, simplemente, está ajena a todo.


Pieza de las Torres Gemelas donada por los Bomberos de New York al parque de Bomberos que llego primero al Pentágono.

Primer plano de la pieza de las Torres Gemelas.

Simbolo del parque de Bomberos.

Camión de Bomberos preparado para salir dentro del Parque.

Detalle en el camión de Bomberos.

jueves, 2 de junio de 2011

Las comidas

Siempre ha presumido de estar en un peso ideal para su altura. También nos ha contado mil veces como cuando era joven y cogía unos kilos se quedaba dos días sin merendar y volvía a su talla de siempre pero no necesitaba hacer régimen. Además, siempre ha comido mucho dulce, y en verano helado, porque son su pasión pero ni una cosa ni la otra la hacían engordar.

Ya en la tercera edad, defendía que hay que cuidarse y que ella nunca merienda, sólo toma un café. Aunque no era del todo cierto porque ese café solía ir acompañado de alguna galleta o, en verano, fruta o helado.

Ahora no se acuerda ni de lo que es la merienda. A media tarde cuando le sugerimos tomar un café o comer algo suele decir: ‘Ahora?! Yo no tengo hambre’. Pero lo cierto es que todo lo que le pones delante se lo come.

Lo mismo pasa en el desayuno, el almuerzo y la cena. No tiene hambre pero al final come todo lo que le sirvas. Incluso, a veces, cuando termina dice que se siente mejor. Sin embargo, eso no evita que alguna vez piense que aún no ha comido y quiera repetirlo.