Desde
que comenzó el verano se ha vuelto más perezosa por las mañanas. En un principio pensamos que era por el
calor y el clima estival pero ahora el Otoño se muestra en su esplendor y
seguimos igual.
Por
la mañana, se le pegan las sabanas e incluso algunos días tenemos que llamarla
para que no se levante tan tarde. Normalmente, deja la cama y aún en pijama se va a desayunar para después pasar a
ducharse y vestirse. Sin embargo, últimamente tras esta rutina quiere volver a
dormir. Dice que está aburrida pero si le damos algo para entretenerse tampoco quiere
hacerlo excusándose con un ‘luego lo hago’, si intentamos salir a pasear dice
que esas no son horas, si le pedimos que nos ayude nos contesta que nosotros
podemos solos.
El
problema es que se reactiva a partir de las 3 de la tarde. Cuando todos nos
tomamos un descanso de sobremesa, cuando todo se calma por unos minutos, es
cuando ella quiere hacer cosas. A esas horas comienza a dar vueltas por la
casa, quiere cocinar, barrer los patios, cambiarse de ropa, que quienes se están
relajando porque madrugaron se levanten o se vayan a trabajar, mira quien esta
sentado aquí o tumbado allá, quiere café porque piensa que es la hora de la
merienda…
Todo
un torbellino que necesita actividad e interrumpe el descanso de quienes por la
mañana se levantaron temprano y trabajaron. Lo sorprendente es que a la vecina
que también sufre de Alzheimer le ocurre exactamente lo mismo. ¿Qué pasa en la sobremesa? ¿Es éste un
síntoma más de la
enfermedad?
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