Hace más de una
semana que no anda. Incluso a veces cuando intentamos que sólo se mantenga de
pie, le fallan las piernas y no puede. En un principio pensamos que le estaban
afectando las lluvias y el mal tiempo. Luego que estaba un poco desubicada con
la rotura de la monotonía debido a la Semana Santa. Después que quizás la
enfermedad hubiera avanzado y no volvería a caminar. Pero ahora todo son dudas.
El inicio de esa sospecha
comenzó cuando un día mientras todos estábamos haciendo cosas en distintas
partes de la casa ella se puso de pie en el salón sola, sin ayuda. Otro día
estaba con la idea de ir a misa y le dijimos que no podía ir porque no andaba
así que se levantó y fue al baño a peinarse para ir a la iglesia. Eso sí,
cuando regresó al salón se sentó y ya no pudo moverse más. La última vez
llamaron a la puerta y al escuchar que eran su hermano, su cuñada y su prima
vino corriendo hasta la entrada.
Ante estas hazañas,
todos nos sorprendimos porque nos cuesta la vida cambiarla del sillón a una
silla para comer, llevarla a la cama o ducharla. Además, la casa tiene varios
escalones para pasar de la sala de estar al comedor o a la cocina y cuando se
levanta no tiene ninguna dificultad en subirlos o bajarlos.
¿De verdad no puede
andar? ¿Se ha vuelto cómoda y quiere que le hagan todo? ¿La cabeza le falla a
ratos incluido cuando se le olvida caminar? ¿No somos capaces de motivarla para
que se levante cada día? Toda una lista de interrogantes y ninguno sin
contestar porque pertenecen a los enigmas del Alzheimer.